jueves, 23 de agosto de 2007

Aperingados en el Amasijo

Esta entrada ya caducó, pero aún así quiero publicarla. Quién quita y sea una graaaan obra maestra, aunque ya no pueda dedicártela, o tal vez sólo sea una entrada extravagante, para romper con la solemnidad que hasta ahora ha reinado en este espacio.

Ustedes se preguntarán ¿qué diablos significa esa frase? Muy simple, no lo sé, pero tiene un sentido muy peculiar. El hermano de mi primer novio, se refería con eso a los momentos en los que el segundo (mi novio) y yo, estábamos simplemente sentados, quizás abrazados, hablando de temas diversos, igual tranquilos o apasionados. Al simple momento de disfrutar de la compañía del otro sin reparar en el tiempo, el entorno... nada, sólo estando y estando juntos. Pues ahora que lo sabes, te lo dedico a ti:


¡Qué momentos tan plenos!,
cuando tú y yo estábamos
Aperingados en el Amasijo
viendo pasar al reloj,
con todos sus minutos,
tan sólo preocupados
por lo que cada uno dijo.

Si me preguntas hoy,
después de las heridas,
puedo asegurarte, soy
la más dispuesta a repetirlas.

Esas tardes tan quietas
llenas de ti, llenas de mí,
que terminaban todas,
en nuestro gran frenesí,
característica de despedidas
en las que tenía que huir.

Definitivamente qué basura, pero a veces es necesario escribir así, para reír un poco. En especial, cuando los motivos sólo incitan a llorar.

1 comentario:

Alucard dijo...

La lágrima no es motivo de tristeza, sino de frustrada ironía. Mas aquél o aquella que en su argot logre consagrar la agónica realidad de sí misma, ha de concretar en la burla de la melancolía, aunque no parezca, sino mero despotismo.