viernes, 9 de diciembre de 2022

El Sótano


Jamás pensé que sería capaz de matar a alguien, mucho menos a sangre fría, pero ahí estaba su cuerpo inerte, tirado junto a mí. La luz del día ya había desaparecido y en aquel sótano húmedo, solo se alcanzaba a ver una luz blanca que parpadeaba constantemente. Venía de un faro de la calle y se alcanzaba a colar por una pequeña ventana junto al extractor, los cuales eran la única conexión que este sótano tenían con el mundo exterior.

Olía a… a qué olía? Me era difícil distinguir un olor específico con toda la adrenalina que corría por mi cuerpo… respiraba agitada, tratando de recordar el plan…

El plan que tanto repasé en mi cabeza, el cual ha tomado múltiples formas y lugares, pero que siempre ha culminado en la misma idea, acabar con él y con su dominio. Y ahora, la mente en blanco; paz o tal vez vacío. El odio, el miedo, el coraje, la impotencia… todo eso que sentía ya no estaba… será que había muerto con él?

Más tarde llegaría otro tipo de miedo, ahora el miedo a enfrentar lo cometido; duda, confusión e incluso probablemente culpa… pero por ahora no era capaz de sentir nada, mi cuerpo y mi mente se desvanecieron en ese silencio, en ese abismo, hasta ser como un cuerpo sin vida.

De pronto el silencio se vio interrumpido por un golpeteo constante que me inundaba y envolvía. Era mi corazón que corría, galopaba, subía por mi cuello y llegaba hasta mi cabeza. Mi mente de pronto regresó al cuerpo, volví a sentirlo todo, de improvisto. Jadeaba, caminaba agitada de un lado al otro de ese sótano, tratando de calmar las palpitaciones que escalaban hasta mis sienes.

No sé cuánto tiempo ha pasado, pero poco a poco empieza a bajar su ritmo el corazón, hasta que logro detenerme. Llevé mis manos a mi cara, que se sentía fría y húmeda, siento mi cuello, mi frente; he estado hiperventilando por un rato. Mi boca y mis manos hormiguean, pero poco a poco van recuperando su sensación natural.

Me dejo caer de rodillas al piso, sin fuerzas ya, mis brazos pesados descienden y mis manos tocan el piso. Puedo sentir el polvo sobre el cemento frío y me dejo caer completa sobre él. Mi cuerpo cansado de luchar por fin encuentra descanso en ese cuarto frío y sucio. He caído al lado de quien llevó tantos nombres en mi vida pero hoy ha tomado su último rol como mi víctima.



No hay comentarios: